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lunes, 9 de noviembre de 2009

Poemas Inolvidables

Hay poemas increíbles. Aquellos que simplemente te pueden cambiar el mundo con solo leerlos. Aquellos que te mueven y convierten, incluso que te llevan de la sonrisa al llanto. He aquí dos poemas que me han marcado: el primero es del mejor poeta peruano de todos los tiempos, de su libro ¨España, aparta de mí este cáliz¨ he extraído el fragmento que le dio esperanza a mi vida. Y de Pablo Neruda el décimo quinto poema de amor.

Masa
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos lo hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazo al primer hombre; echóse a andar...

Poema 15


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Este es un pequeño tributo a dos de los mejores poetas latianoamericanos, unos capos los dos y a ambos les estoy agradecido por haberme cambiado la vida

domingo, 8 de noviembre de 2009

Claridad inigualable

Bueno, comentando sobre libros que me han impresionado sobre este título, la novela de Saramago ¨Ensayo sobre la ceguera¨me parece genial. La capacidad expresiva y la lucidéz de Saramago es sencillamente brillante. Su genialidad en oraciones cortas y su empatía con el lector es impresionante. Personalmente me gusta mucho este estilo, las oraciones cortas y cristalinas.
Ergo, en muchos de mis escritos intentaré imitar este estilo que simplente me fascina.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Rafael y su terrible historia

Segundo domingo de mayo, a mil millas de cualquier parte, mil años arriba o abajo en el tiempo; el amor por una madre no tiene fecha ni lugar.
Rafael Pérez, un hombre enjuto y noble, sin mayores aspiraciones en la vida, un tipo acostumbrado al sufrimiento y a ser engañado. Muchas veces su excesiva bondad le jugó en contra. Rafael se convirtió en un tipo taciturno, la vida lo hizo así.
Bob Pérez, hermano de Rafael e hijo de María y Pedro. Bob era un tipo fuerte, un animal inmenso de dos metros, con muchos músculos y poco ceso.
Pedro, el patriarca de los Pérez, un hombre muy inteligente, sin profesión ni educación decente, quien tuvo a la calle y sus experiencias como los mejores docentes. Nunca le faltó nada ni a él ni a su familia.
María, madre amorosa, siempre fue la santidad y pureza hecha mujer. No podía ver a un niño sufrir ni un animal perecer.
La familia Pérez decidió salir, los hermanos ya no vivían en su casa, eran mellizos de veinte años. Tomaron un colectivo, más por curiosidad que por necesidad. Era de de noche, el cielo más oscuro que de costumbre, no hubo luna que lo alumbre; la familia Pérez era la única en el bus, el bus se dirigía al ultimo paradero en su andar imperturbable.
Derrepente, el hombre que recaudaba el dinero de los pasajes, se dirigió a la Sra. Pérez. María le entregó el dinero que le correspondía. Sin embargo, el hombre, completamente enajenado y sin motivo alguno la abofeteó. Entonces los tres hombres, cual mosqueteros, estallaron en furia, como guiados por el mismo demonio. Detuvieron el carro con un ataque al chofer, un golpe en la nuca del patriarca bastó. El chofer derribado, desmayado o muerto, en ese momento no interesaba; solo querían la cabeza del otro. Bob, el hombre musculoso, con su fuerza de mil toros destruyó los asientos, con los mismos destruyó las ventanas y todo a su paso. El otro hermano Pérez, el enjuto, busco en todo el bus herramientas para desmantelar el carro. Encontró gatas y llaves, le quitó las llantas al carro, las puertas, el timón, el freno y los motores. Lo hizo con habilidad o con fuerza bruta eso poco importaba.
La Sra. Pérez estaba aterrorizada, llorando a mares en un rincón, aunque en el fondo cataba el dulce aroma de la venganza.
El agresor, un tipo flaco y con un corte en el rostro, de ropa remendada, estuvo destrozado al ver lo que una reacción suya, después de un mal día, había producido. Estupefacto, por el terror inmenso, lo vio todo y a la vez nada. Fue derribado y no sintió dolor , fue golpeado y solo vio su propia sangre, no sentía nada pero sabía que todo había terminado, habría de morir. Luego, fue golpeado, otra vez no sintió nada, simplemente murió.
Bob, el musculoso, lo había matado. Fue un golpe certero, con su alma y una gata hidráulica. Tuvo sentimientos de gozo y terror. Gozo por el segundo presente, pero terror por el futuro inmediato. Vio a su padre y hermano; ellos no tenían reacción, no sabían si reír o llorar.
Bob, sin motivo aparente, enloqueció; y solo con la fuerza de sus brazos decapitó al chofer. Después, Bob salió del carro , empezó a dar vueltas en círculo, gritando: ya-ya-ya-tu-tu-te-te, en medio de la carretera, de repente, una roca inmensa se desprendió del cerro y lo destruyó por completo.
María siguió sollozando, como jamás en su vida lo había hecho. Al ver a su hijo muerto no soporto más; corrió fuera del carro y se tiró al abismo.
Rafael y Pedro no reaccionaban. No podían creer todo lo que sucedió en tan solo una noche. No creían que su vida se había derrumbado en solo una hora. Recordaban que todo comenzó como una salida familiar y terminó como su peor pesadilla.
Después, tras mucho llorar y gritar, aceptaron la realidad ( no tenían otra opción ) vieron que era imposible volver el tiempo atrás.
El cielo parecía tan oscuro como al principio, sin estrellas ni luna. Empero, Pedro, el patriarca, vio una luz, tan brillante que no pudo reaccionar, permaneció inerte. Un trueno lo destruyó, no sintió dolor, solo murió en el acto.
Rafael, el enjuto, se sintió más solo que nunca, su vida se había derrumbado cual castillo de naipes. No había razón para vivir. Su pasado se derrumbó, su presente era peor; solo le quedaba esperar el futuro, siempre incierto.
Rafael no pudo encontrar solución a su dolor terrible. Al igual que su madre, Rafael se tiró al abismo sin ningún reparo. Comenzó a descender y sintió la muerte. Todo a su alrededor parecía cambiar a cada instante. El mundo ya no era tal. Viajó en un limbo grandioso. La historia de la humanidad pasaba por sus ojos, pero Rafael no respondía, estaba congelado por el miedo. Daba vueltas en espiral en un limbo que parecía sin fin. Pasó el tiempo, no sabía si un minuto o un siglo. Y de pronto, se detuvo; vio a su alrededor un mundo gris, no sabía si era el infierno o el cielo, solo tenía la seguridad que era real. Caminó sin sentido, solo guiado por su instinto. Caminó y caminó, quizá un minuto, un año o un siglo. No sintió hambre, sed ni sueño, solo siguió su camino.
Al fin, vio una puerta, de un color azul muy brillante. Aterrorizado, no supo si abrir o no aquella puerta. Hizo de tripas corazón, abrió la puerta y la traspasó. Lo recibió un hombrecillo azul, un animalito de medio metro, de orejas grandes, ojos rojos y colmillos inmensos. El hombrecillo atacó a Rafa, le devoró un dedo de la mano sin ningún reparo. Rafa, guiado por la desesperación, pateó al hombrecillo, este desapareció en el acto.
Rafa siguió su camino, sabiendo que no tenia otra alternativa, ya no había tiempo para dar marcha atrás.
Caminó y caminó, de pronto, se detuvo. Vio a su alrededor y se vio acorralado por miles de hombrecillos azules. Sabiendo que estaba perdido cayó de rodillas, esperando la muerte. Los hombrecillos enajenados corrieron hacia él para devorarle, pero simplemente desaparecieron por alguna obra divina.
Rafa, perdido en una vida sin sentido hubiera preferido la muerte. De repente , una luz muy brillante, con el furor de mil soles, apareció intempestivamente. Rafa bajo la mirada por el temor de quedar ciego.
A estas alturas ya no le sorprendía nada, pero el terror, por su condición humana era inevitable.
La luz empezó a hablar: ¨Rafael, soy yo el hacedor de todo lo visible e invisible, tangible e intangible. No temas, sé todo lo que haz sufrido¨.
¨Este último día ha sido el peor de mi vida, solo quiero morir y estar con mi familia¨, respondió Rafa.
¨Rafael, estas muerto¨, replicó la luz.
Entonces Rafael noto que tenía los dedos completos. Vio que el cielo, nirvana o edén no era como lo soñó.
¨Sé lo que piensas, pero el cielo sí es como lo imaginas¨, dijo la luz. ¨Tu aún no lo conoces completamente, pues tienes deudas que tienes que subsanar¨, enfatizó. ¨Te daré una oportunidad, volveré el tiempo atrás, justo antes de aquella salida trágica¨, finalizó la luz.
Rafael despertó de su cama, con el canto del gallo, vio el cielo más azul que nunca, creyó que todo fue un sueño. Vio a su familia haciendo los planes para la salida por el día de la madre. Rafa dijo que la salida era muy peligrosa, pues lo había visto en sueños. Su familia lo tomó medio en broma y medio en serio, pero entre sonrisas disimuladas decidieron comer en casa.
Medianoche, el cielo otra vez no tuvo luna que lo alumbre, un cielo sin estrellas. Y la casa de Rafael se empezó a desvanecer, sin motivo lógico ni explicable, hasta que desapareció por completo. Lo mismo le estaba pasando a su familia. Todo a su alrededor se terminaba, se terminaba en una infinita oscuridad. Victima de la desesperación, gritó como nunca en su vida, pero no escuchó su voz. Tampoco sentía su respiración ni los latidos de su corazón. Sumergido en la oscuridad no pudo verse a si mismo.
Sintió la oscuridad infinita, descubrió que no tenia esperanza, que nada era como lo imaginaba, descubrió que estaba muerto.